BREVE HISTORIA DE NUESTROS CARGADORES

Una tarde de invierno llegaba nuestro tío de sembrar, "eslomao" de cargar la sembradora con paletón, y quejándose de cómo le dolían los riñones así que propuso a nuestros padres que le hicieran algún invento para poder acabar la siembra porque mucho se temía que sus espaldas no se lo iban a permitir. En el taller empezaron manos a la obra, un sinfín viejo cortado y un viejo motor de arranque del Dodge de abuelo, un poco de radial y otro poco de soldadura, pruebas y más pruebas, más soldadura y unos taladros, y... se parió el primer cargador eléctrico. Nuestro tío muy contento se fue a las tierras a sembrar, todo vacilón con su nuevo cargador y sin tener que doblar los riñones para cargar la simiente.

 

 

Poco tardaron los demás agricultores en darse cuenta de que nuestro tío estaba de pie mientras la sembradora se llenaba sola. Algunos se acercaban a preguntarle y ver el invento de cerca; al descubrir lo práctico que era el cargador, que no solo ahorraba esfuerzo, sino también tiempo, decían, "¡ostras!, yo también quiero uno", y esto se fue repitiendo y repitiendo; así llegó a los pueblos de al lado, las comarcas de al lado, las provincias de alrededor... Por eso ahora puedes encontrar los "sinfines de Villanubla" por toda España.